Resistencia

Anoche soñé que eras un capricho y que te cambiaba por un pantalón color mostaza. Me desperté cuando mi hijo me pegaba en la cara, mientras yo soñaba que el que me golpeaba eras vos.

Me levanto y bajamos la escalera de madera hasta la cocina, donde me encuentro a mi mamá angustiada. 

Me dice que soñó que me iba a vivir a Resistencia y se preocupaba por lo que le fuera a pasar a mi hermana. Casi en automático a pesar de la pausa, le dije que nunca dejaría sola a mi hermana. Ni tampoco a ella, pensé, pero no se lo dije.

Venía pensando en esto desde hacía días. Ayer mismo soñé despierta que desde Resistencia, en tribu, íbamos a cambiar el mundo.

Sólo me asombré de la sincronía. 

Me hice el mate y cuando abro el celular, inmediatamente me habla mi hermana, casi llorando.

Había soñado que me moría y me pedía que cuando saliera, me dé la vacuna del coronavirus, que tenga cuidado en la calle cuando cruce y que me aleje de vos porque podías ser un femicida. 

Le dije que los sueños no son literales y que una enorme parte de mí sí había muerto en estos días, las heridas y los miedos que me ataban al pasado, pero mi cuerpo y mi espiritu aún tenían mucho por vivir. 

Y un mundo por cambiar, pensé, pero no se lo dije.

Sí le conté de mi sueño y que pensaba que también estaba relacionado con los de ellas. Le conté que tal vez nunca más te vuelva a ver, no porque seas femicida, sino porque para encontrarnos tendríamos que ser otros. 

Yo morí y dejé de ser vos. 

Qué feliz me desperté de mi sueño. Extrañada también, pero sin apuro por darle sentido. 

Todo sentido, en este momento, sería parte del pasado. 

Y yo ahora estoy creando una realidad nueva, donde vos tal vez estés, o tal vez no. Tal vez me quieras de cerca o yo te quiera a la distancia.

Querer a la distancia es una de las cosas que más me gustó siempre, porque qué miedo que me da querer de cerca. 

Pero esa persona murió y en su lugar hay otra que camina de espaldas, sin saber a dónde viaja, avanza creando su nueva realidad. 

Por eso no te puedo decir a dónde voy, ni que quiero, ni nada. Sólo que me das fuerza para empezar este nuevo ciclo. Y yo soy feliz sólo con darte mis palabras. 

Aunque tal vez, si me animo, me vaya a ese macizo tectónico del que una vez oí hablar, a respirar ese oxígeno que me emociona y me inspira, a criar mis gallinas y a cambiar el mundo. 

Y desde allí te escribiré o te hablaré en mis sueños. Ya no serás un capricho, serás sanación y energía integrada. 

Serás puro amor acuariano. 

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