No quiero soñar mil veces las mismas cosas

Este año fue de aceptar muchos finales. 

Y aceptar finales, para mi y para muchos otros también, es un poco difícil. 

Este año también fue de imaginar muchos escenarios posibles. Tantos. Había una energía de potencia casi constante.

Siempre sintiendo todo lo que era posible.

Pero que no se daba, que faltaba trabajo. 

Que faltaba trabajo interno, que faltaba aprender más aunque se sabía mucho, que faltaba definir, establecer prioridades, orientar la flecha antes de disparar..

Que faltaban pasos. 

El summum de todo esto fue el mes de diciembre, el último mes del año donde entré como en una especie de limbo de desconcierto donde sentía que no sabía nada de qué quería. 

Me resultaba imposible enfocar en algo. Todo era energía que me afectaba y me movilizaba moviéndome de mi eje donde todo el año me estuve queriendo acomodar.

Sintiendo que era el universo acomodándome, me dejé llevar. 

Dejé que las cosas fluyan y que se acomode mi materia a lo que me iba a tocar.

Intentando no reaccionar.

Y también respondiendo a lo que no merecía con el mayor grado de asertividad que pudiera encontrar, agarrándome de la poca solidez que mi mente lograba transmutar en alguna que otra palabra dicha en el momento preciso.

Así mi escencia empezó a brotar y a mostrarse a quienes tuvieras los ojos para saber leerla y la valentía de querer observarla.

Asi me descubrí poeta como si de repente todas las ramas de mi familia se unieran en un abrazo que agarra una pluma y plasma el universo que ve para asistir a quienes necesitan una palabra precisa en el momento indicado. 

Porque si la gente pregunta en grupos qué le está pasando alguien tiene que tomar la batuta de responder.

Y algunes vamos a hacerlo. 

Y esta batuta va a hacer uso de lo más nuevo y de lo más antiguo. 

Porque no sería yo respondiendo si no hiciera uso de los saberes ancestrales que tanto me habitan.

El té de manzanilla en los ojos para bajar la inflamación y todos los otros remedios de abuelas que sin proponérselo transmitieron superando las barreras de mil años de ciencia. 

Las redes que tanto me gustan y me acompañan, sean virtuales o emocionales, o virtuales y emocionales, porque no puedo no poner mis emociones en todo lo que hago, todo lo hago de modo sentido. 

Porque eso para mi es la responsabilidad afectiva. Conmigo y con otres.

Y también la influencia de la luna y los planetas y las luminarias y los aspectos y los tránsitos y todo el saber de la astrología que no me determina pero que elijo incorporar porque me acompaña, como viene acompañando a la humanidad desde que los babilonios empezaron a atar nudos y los egipcios se coparon y los griegos la ampliaron y los romanos la robaron y los árabes la sistematizaron y la edad media la ató a dios y después la quiso quemar, para que la ciencia la vapulee e instagram la rescate. 

Hoy la luna está en aries y me siento comprometida a mostrarme sin sentirme juzgada. 

Así que los invito a mi fanpage, así sin invitación de facebook ni spam. 

Sólo que si me leyeron hasta acá seguro les va a gustar. 

Bah, creo que funciona así.

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