Bomba de humo

Me acuerdo que un día de febrero, en pleno carnaval, estaba en la colonia con mi familia, había otros chicos y en determinado momento nos pusimos a jugar a tirarnos bombitas. Era varones contra mujeres.

Jugamos toda la tarde, los varones hacían trampa y hasta se metían en el baño de las nenas mientras nos cambiábamos para darnos con los globos mientras estábamos distraídas.

Había un chico que particularmente ponía una cara de bandido increible y arengaba a los otros pibes a que entren al baño todos a bombardearnos con agua.

No sé porqué se me ocurrió que esa no iba y que le iba a mandar alta bombita en la geta por desubicado.

Pero tenía una pésima puntería. Cuestión que lo empecé a correr y él salió disparado, dio un par de vueltas, me esquivó y por ahí arrancó para las canchas. Yo iba atrás con la única bombita que me quedaba y ya lejos de los baldes. 

Pasamos corriendo toda la cancha de rugby que era enorme y cuando lo estaba por alcanzar, el pibe encontró una salida. 

Había unos flacos jugando al fútbol que lo aceptaron gustosos que se una a jugar, con esa confraternalidad masculina que sólo tienen los hombres, o tenían, allá por ese entonces cuando yo tenía 11, o 12...

Me paré en seco, re desilusionada, me acuerdo de mi cara decepción y sin saber que carancho hacer con la bombita que tenía en la mano, la tiré al aire, todavía sin entender qué había pasado que el pibito había decidido dejar de jugar, tan así sin avisar... 

Si lo más probable es que la bombita igual cayera a medio metro de donde tuviera que apuntar.

Tan mala era mi puntería, que cuando tiré la bombita al aire, por más que ya me estaba volviendo caminando, arrastrando las piernas nomás, cayó directo, directo arriba mío. Explotándome de lleno en la cabeza y empapándome toda.

Creo que ahí saqué la teoría de que tengo una terrible mala suerte, o como decía mi papá, que la yeta me persigue.




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