Soltando

Pienso en cómo te suelto, cómo te saco de adentro, de mi mente, de mis emociones. Tranquila porque de algún modo sé que lo di todo, que fui flexible, cambié y crecí.

En estos 9 meses desde que te vi por primera vez, allá en enero del 2020, crecí tanto.

Tanto que hoy le hablo más a les posibles lectores de este libro que a vos. 

Ya ni sos el lector imaginado de mis poemas, ni me la paso teniendo conversaciones mentales con vos. 

Me di cuenta que toda esa energía que puse en poder estar con vos, ahora la puedo poner en tener amor, paz y tranquilidad. 

Y mucha pasión desenfrenada de esa que me gusta a mí. 

Siento que puedo lograr cualquier cosa. Me siento fuerte. Me siento en equilibrio. 

A veces lloro un poquito, a la noche o a la mañana y sé que te estoy soltando lágrima a lágrima, pero hay tan poco que soltar Pablo...

Todo estaba en mí mente y eso se queda conmigo. Siempre fue mío. 

Creo que lo que más me sirve, mis querides lectores que quieren aprender de algún modo el desapego, es pensar en todo lo que logré, todo lo que gané de esta no-relación. 

Me gané a mí, gané una cantidad enorme de amor que le saqué al pibite y me devolví por ser su legítima dueña, gané valentía y coraje, gané crecimiento y evolución.

Además gané todo un mundo espiritual que fui conociendo en paralelo, gané la conexión con el mundo, gané los cuatro elementos, el aire que respiro en paz, bien profundo, el agua de mis lágrimas que salen en paz, la tierra de mis acciones concretadas, en este libro, en mi enraizamiento a un mundo maravilloso que creé lleno de magia, de amor y de sorpresas. Y el fuego de mi impulso que de alguna manera transformé en hornalla o algo a lo que le puedo subir y bajar la intensidad a pieacere.

No logré que Pablo se sienta compañero de equipo, pero este juego lo gané, definitivamente lo gané, no sé si por knock out, tal vez por puntos... Pero quién puede querer que el amor de su vida sea golpeado? 

Si yo pudiera pedir un deseo más, pediría que Pablo pudiera ver el ser maravilloso que es, así como yo lo veo, y que actuara para transformarse todos los días en eso que uno siempre es en potencia.

Creo que eso es el desapego.

Esta vez invoqué a los espíritus del agua, del aire, de la tierra y del fuego. Los invité a mi casa y les pedí que me ayuden a ser fuerte para poner límites a todo lo que no sea el más puro amor libre.

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